Lo más fácil sería empezar de nuevo, eso de “borrón y cuenta nueva”, situar el año cero de tú existencia aquí porque a ti te apetece y te hará sentir mejor.
Sería como hacer un enorme tachón en un folio para no leer nada de lo anteriormente escrito. Guardar todas las lágrimas derramadas en una cajita, por pocas que sean, cerrarla con llave y tirar dicha llave en mitad de una carretera abandonada, polvorienta. Empaquetar las rabietas y enfados innecesarios y enviarlos por correo a las antípodas, con el deseo de que alguien que no seas tú se sienta tan desgraciado como te sientes en este momento. Extraer de la mente el concepto erróneo del amor, ese amor idealizado que se refleja en tus libros y que no tiene nada que ver con el amor de la vida real, meterlo en la taza del váter y tirar de la cadena, contemplando hasta el último giro que dé en ella. Despedazar los sentimientos, cortarlos en pedazos, tirarlos dentro de un volcán para que ardan.
Una vez así, desprendido de la capacidad de sentir y de sufrir, sentarse al sol y en soledad en un columpio de madera y balancearse en él hasta marearse, contemplar las nubes que viajan de un lado a otro e identificar una con forma de conejo y otra con forma de corchea.
ATARAXIA beldur, min eta kezkarik eza.
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