Hoy me ha tocado ejercer de profesora particular. Sí, un domingo por la mañana, después de haberme acostado hacía las cuatro de la madrugada, en el mismo instante en que ha sonado el despertador de mi padre (es que ahora al pobre le toca trabajar de seis a dos). No, (como os podéis imaginar) no me acordaba de que tendría visita hoy por la mañana. Así pues, no me ha quedado más remedio que abrir la puerta a mi alumno medio dormida, despeinada y con unas ojeras que me llegaban casi hasta las rodillas. Terrorífico.
Aún así, no ha sido tan duro como pensaba. Primero le he explicado como escribir un texto en primera persona, de forma breve pero clara, y luego algo sobre textos literarios: “Aber Andoni, textu bat lelengo pertsonan idazteko, aditzak ere…” y así una y otra vez hasta que me he asegurado de que le ha quedado claro.
Desde entonces, no me he despegado de la calefacción. Al parecer, el invierno ha llegado antes de tiempo a Euskadi.
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